Ella es Kate y tiene
"solo" 17 años. Digo "solo", entre comillas, porque los
adultos tenemos la mala costumbre de sorprendernos al ver y escuchar a niños y
jóvenes con ideas innovadoras, disruptivas, creativas. Kate dice todo lo que
siempre pensé y quise decir de niña y adolescente. "Los adultos no nos
respetan". Es cierto. Cuando tenía 5 años deseaba desesperadamente ser
parte de una conversación en la mesa, pero siempre era callada porque era
"solo" una nena. Recuerdo que me sentía muy frustrada y pensaba
"ojalá crezca pronto para que me respeten". Si, eso pensaba y era
"solo" una nena. A veces vemos a los niños como seres humanos en
proceso de formación, como si todavía no estuvieran completos y nos necesitaran
para que los terminemos de hacer.
Olvidamos que ellos ya están completamente formados, son seres humanos
plenamente desarrollados porque Dios ya hizo ese trabajo cuando estaban en el
vientre. Los niños tienen la capacidad de razonar, analizar, reflexionar de
maneras profundas, incluso de formas mucho más creativas porque no están
limitados por el temor, el pasado, el qué dirán. Cuando llegué a la
adolescencia, en el colegio me callaban porque yo era "solo" una
adolescente. Me veían como un paquete de hormonas en descontrol. Una ingenua.
Ya era más alta que mis hermanos, ya podía levantar mi voz más alto, pero no
era suficiente. Seguía sintiendo que los adultos no me respetaban. Así que
aprendí a ser parte de la manada. Como dice Kate, aprendí “que mi voz no
importaba y que solo tenía que esperar a ser adulta para empezar a ser tenida
en cuenta”.
Quisiera decir que al crecer actué
diferente pero no lo hice. De la misma forma que me trataron a mí, empecé a
tratar a los niños y adolescentes que vinieron después. Hasta que la vida puso
en mi camino personas que me enseñaron a verlos como verdaderamente son:
personas 100% formadas en espera de una inspiración, una guía, un silencio y un
par de oídos que los quieran escuchar, porque ellos pueden y quieren cambiar el
mundo, y los estamos ahogando. Es por eso que cada vez que encuentro un niño o
adolescente, me doy la oportunidad de escucharle y si pudiera, de inspirarle a
brillar aún más de lo que ya está brillando, porque me niego a ser parte de
esta sociedad que mata sueños y ahoga héroes.
Kate es más valiente de lo que
yo fui y me inspira a seguir en la tarea.